La tartamudez es una sintomatología presente en la población desde tiempos remotos. A pesar del paso de los años, muchos interrogantes continúan siendo tan actuales como su esencia.
La tartamudez es un trastorno del habla que se caracteriza por presentar alteraciones en la velocidad, la continuidad y la facilidad en pasar de un sonido a otro de la palabra. Es decir que la fluidez se ve alterada. Es por eso que actualmente se la denomina Disfluencia.
Su naturaleza…
Investigaciones mundiales actuales muestran que el 2 % de la población mundial presenta dicha sintomatología independientemente del nivel sociocultural o ubicación geográfica.
En la gran mayoría de los casos su inicio se da en los primeros años de vida, es decir entre los 18 meses y los 5 años, aunque también puede desarrollarse con menos frecuencia hasta la adolescencia. En edades tempranas suele estar presente en el 2.5 % de los niños. Algunos de ellos pueden revertir la sintomatología espontáneamente, mientras que otros necesitarán de una intervención especializada para controlarla.
Suele manifestarse con repeticiones de sonidos, sílabas o palabras como así también las prolongaciones y los bloqueos antes de comenzar una emisión. En oportunidades puede estar acompañada de tensión muscular, así como por movimientos que comprometen diferentes partes del cuerpo del individuo.
Es más frecuente observarla en hombres que en mujeres. Poder detectarla en una primera instancia permite un mejor pronóstico, evitando de esta manera, su posible desarrollo.
La Disfluencia, es Involuntaria e impredecible. Su característica cíclica juega un papel importante. Ninguna persona disfluente sabe de antemano cuándo ni cómo podrá manifestarse. Su frecuencia y su severidad pueden fluctuar día a día. Son los intentos de controlar a la tartamudez los que generalmente la hacen más severa.
La Disfluencia no es una enfermedad ni tampoco se origina por imitación.
Muchas veces la Disfluencia puede esconderse, y así pueden aparecen las conductas de evitación junto a los pensamientos y sentimientos negativos en relación al habla. El haber experimentado situaciones incómodas al hablar pueden dejar una huella temida, que comienza a condicionar las situaciones comunicativas. Es frecuente observar en ellos evitaciones de situaciones cotidianas que conforman nuestro día a día. El uso del teléfono, pedir un boleto de colectivo, comprar en un kiosco o el uso del portero eléctrico, son algunas de las situaciones más evitadas. A largo plazo, esto puede afectar negativamente su autoestima e interferir en aspectos socio-emocionales, educativos, y profesionales de su vida.
Datos actuales…
Si bien investigaciones recientes muestran que existen hallazgos funcionales y estructurales en el mapeo cerebral característicos de las personas disfluente, también se sabe a partir de descubrimientos recientes (The New England Journal of Medicine 2010) que se han identificado mutaciones genéticas que abren un capítulo especial en relación a la tartamudez que estarían fuertemente asociadas a su aparición. Estos factores predisponentes junto a los desencadenantes integrados por los factores temperamentales, ambientales, sociales, cognitivos y lingüísticos pueden favorecen su aparición y su desarrollo. Estos no deben ser tomados como una pieza única si se quiere plantear un correcto abordaje, sino tener en cuenta que todas entran en juego de manera particular en cada persona. Una mirada Multidimensional permite obtener un panorama amplio y acorde a las necesidades de cada persona disfluente.
Existen evidencias científicas que demuestran que si la Disfluencia es abordada desde su inicio puede modificarse, reducirse o hasta desaparecer. La Disfluencia no debe esperar para ser tratada, puede no ser pasajera ni deberse a un período emocional como se creía. Cuanto mayor es el tiempo de evolución desde su inicio, mayores son las probabilidades de que se convierta en una dificultad persistente.
Los primeros años en la evolución del niño, son elementales para detectar posibles alteraciones en su habla. Si estamos atentos, podremos evitar que la disfluencia se instale y lograr controlarla.
NO solo los niños tendrán la posibilidad de una mejor calidad de vida en relación a un tratamiento. Las personas adultas que ingresen a un tratamiento especializado que contemple tanto la dimensión externa (conductual) como la dimensión interna (aspecto cognitivo), podrán tener mejores expectativas en relación a su sintomatología. Generalmente, suelen resignarse a la carencia de fluidez y junto a ella, afloran las evitaciones de situaciones cotidianas que hacen que cada instancia comunicativa comience a ser una situación de exposición que muchas veces prefieren evitar.
Poder hablar y expresar las palabras elegidas en un sinfín de situaciones hace que la calidad de vida de las personas disfluentes adultas pueda ser una posibilidad que muchas veces anhelan.
La posibilidad de mejoría y de un cambio en la comunicación general de la persona disfluente no es solo para los pequeños, sino para todas aquellas personas que presenten alteraciones de la fluidez.
Lic. Mara Luque. Lic. en Fonoaudiología egresada de la UBA. MN 7032